[[[En la madrugada de ayer lunes 2 de marzo, falleció la hermana Verónica Alvarez, de las Azules. Fue una monja comprometida con la defensa de los derechos humanos y la lucha por la justicia. Desde Cristian@s de Base lamentamos su perdida. La vamos a extrañar!]]]
Me acuerdo a la primera reunión de Diálogo 2000 que fui en 1999 y la vi a Verónica, con su sonrisa contagiosa y su mirada tierna. Fue ella quien me acercó por primera vez una imagen del pelado Angelelli, cuando me dio un afiche anunciando un acto que hacían en Florencio Varela las Azules junto a la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, en un nuevo aniversario de su martirio.
Justamente en La Rioja, a 30 años de aquel hecho la vi por última vez. Cantamos juntos “hay que seguir andando nomás!” en una catedral que encerraba solemnidad y desmemoria. La figura de Angelelli fue el designio que marcó nuestra amistad. El ejemplo del pelado nos unía para soñar otra Iglesia posible! Una iglesia-pueblo, común-unión, servidora, abierta y solidaria con las causas de la justicia.
Siempre nos encontrábamos en los mismos lugares, en las mismas luchas. En las marchas del 24 de marzo, en el recuerdo vivo de nuestros mártires, en la lucha por la tierra para todos y todas.
Ella fue -y es- ejemplo de una manera comprometida de vivir la vida religiosa desde las enseñanzas de Jesús junto a los pobres. Junto a María Bassa, del Sagrado Corazón, la hna. Olga de las josefinas, Liliana de las antonianas, Cecilia de las pasionistas y tantas otras, fueron pilares en empujar un compromiso más activo de la CONFAR con la realidad que vivíamos.
Me viene la imagen de Verónica marchando contra la invasión a Afganistán, calmando a alguna compañera que estaba media alborotada porque marchábamos “con la izquierda”. En los Seminarios de Formación Teológica, tratando de consensuar posiciones. En la Consulta Popular que llevamos adelante contra el ALCA. En las oraciones ecuménicas que hacíamos en Diagonal Norte y Florida por el jubileo de las deudas. En la Catedral de Quilmes, compartiendo el dolor por la partida de su obispo, Jorge Novak.
La veo y la seguiré viendo en las luchas por la justicia, la construcción del Reino, en la esperanza de otro mundo posible!
Gracias Verónica por tu ejemplo, tu sonrisa, tu calidez, la ternura y alegría que le imprimías a la lucha, que a veces es dura.
¡Hasta siempre querida Verónica!
Tu amigo Pablo
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