Quienes tenemos alrededor de treinta años, nos hemos criado a la luz de los cambios del Concilio Vaticano II. Hemos visto siempre de cara al sacerdote, participado de la misa en nuestro idioma, guitarra en mano hemos celebrado la Vigilia de Pentecostés y comulgado con nuestras propias manos, entre otras cosas. Hoy, eso que para muchos de nosotros es algo "natural", está en riesgo de volver al pasado. De tener al cura de espaldas, de no entender lo que celebra, no poder usar la guitarra o de estar obligados a recibir la comunión sin poder tener un vínculo cercano y personal.
Benedicto, con su autorización de la misa en latín, su prohibición de "ciertos aspectos que desvían la sacralidad de la liturgia", sus posiciones medievales en cuanto al diálogo ecuménico, la voz pública en la Iglesia y los derechos sexuales y reproductivos, y ahora con su perdón a los ultramontanos de Levfebre, pone en jaque la luz liberadora y transformadora del Concilio. Ese paso histórico que dio la Iglesia para abrirse al mundo y que hoy algunos pretenden cerrarlo. Es más que paradojal que a 50 años del Vaticano II, se perdone a quienes no lo aceptaron, ni lo aceptan. Y quienes pretendemos ser fieles a esas enseñanzas y aún más profundizarlas, somos censurados y sancionados.
Benedicto, con su autorización de la misa en latín, su prohibición de "ciertos aspectos que desvían la sacralidad de la liturgia", sus posiciones medievales en cuanto al diálogo ecuménico, la voz pública en la Iglesia y los derechos sexuales y reproductivos, y ahora con su perdón a los ultramontanos de Levfebre, pone en jaque la luz liberadora y transformadora del Concilio. Ese paso histórico que dio la Iglesia para abrirse al mundo y que hoy algunos pretenden cerrarlo. Es más que paradojal que a 50 años del Vaticano II, se perdone a quienes no lo aceptaron, ni lo aceptan. Y quienes pretendemos ser fieles a esas enseñanzas y aún más profundizarlas, somos censurados y sancionados.
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Con todo respeto Santidad, no comulgo con el giro que le quiere dar a la Iglesia Católica. Tirar por los aires años de diálogo ecuménico, de trabajo mancomunado con Iglesias hermanas en pos de un mundo mejor. Dañar la relación con nuestros hermanos mayores, volviendo a instalar oraciones que no hacen al centro de nuestra fe. No en mi nombre; yo no quiero volver al pasado. No quiero una Iglesia apartada de la realidad que vivimos-sufrimos millones de católicos y católicas alrededor del mundo. No quiero más príncipes con coqueto capello cardenalicio. Quiero pastores que acompañen, que escuchen, que estén al lado de quienes los necesitamos y no sentados en la mesa de los protocolos del poder.
Y si no aceptar ciegamente los mandatos oscurantistas que emanan hoy del Vaticano, es estar en falta, pues estoy totalmente en falta. Es más, quisiera ser excomulgado cuando a nazis confesos se los "comulga" nuevamente a la Iglesia. Me produce el mismo malestar estomacal, por no decir que me revuelve las tripas, que cuando veo la fotografía del dictador Videla comulgar, manchado con la sangre fértil de tantos cristianos y cristianas que lucharon por un mundo nuevo.
No aceptemos volver al pasado. Defendamos el Concilio. No tengamos miedo, no nos quedemos en la prudencia cómplice. Hagamos, digamos, debatamos, gritemos, porque cuando queramos darnos cuenta, el cura va estar de espaldas, las iglesias vacías y los "herejes" en la hoguera.
Pablo Herrero Garisto
Cristian@s de Base
PD: Por si algún monseñor de púrpura terciopelo desea iniciarme un proceso de ex-comunión o entredicho o la figura canónica que crea corresponde a mis irreverentes pero sencillas y dolidas líneas, dejo aquí los datos necesarios:
Me bautizó el 19 de octubre de 1978 el Pbro. Erasmo Salomoni -qepd-, en la Pquia-Gruta Nstra Sra de Fátima, Rawson, Arquidiócesis de San Juan de Cuyo. Tome mi primera comunión en la Pquia. Nstra Sra de Luján de Sarandí, hoy Diócesis de Avellaneda-Lanús. Para la confirmación no me agarraron, mi sentido crítico ya había madurado.
Con todo respeto Santidad, no comulgo con el giro que le quiere dar a la Iglesia Católica. Tirar por los aires años de diálogo ecuménico, de trabajo mancomunado con Iglesias hermanas en pos de un mundo mejor. Dañar la relación con nuestros hermanos mayores, volviendo a instalar oraciones que no hacen al centro de nuestra fe. No en mi nombre; yo no quiero volver al pasado. No quiero una Iglesia apartada de la realidad que vivimos-sufrimos millones de católicos y católicas alrededor del mundo. No quiero más príncipes con coqueto capello cardenalicio. Quiero pastores que acompañen, que escuchen, que estén al lado de quienes los necesitamos y no sentados en la mesa de los protocolos del poder.
Y si no aceptar ciegamente los mandatos oscurantistas que emanan hoy del Vaticano, es estar en falta, pues estoy totalmente en falta. Es más, quisiera ser excomulgado cuando a nazis confesos se los "comulga" nuevamente a la Iglesia. Me produce el mismo malestar estomacal, por no decir que me revuelve las tripas, que cuando veo la fotografía del dictador Videla comulgar, manchado con la sangre fértil de tantos cristianos y cristianas que lucharon por un mundo nuevo.
No aceptemos volver al pasado. Defendamos el Concilio. No tengamos miedo, no nos quedemos en la prudencia cómplice. Hagamos, digamos, debatamos, gritemos, porque cuando queramos darnos cuenta, el cura va estar de espaldas, las iglesias vacías y los "herejes" en la hoguera.
Pablo Herrero Garisto
Cristian@s de Base
PD: Por si algún monseñor de púrpura terciopelo desea iniciarme un proceso de ex-comunión o entredicho o la figura canónica que crea corresponde a mis irreverentes pero sencillas y dolidas líneas, dejo aquí los datos necesarios:
Me bautizó el 19 de octubre de 1978 el Pbro. Erasmo Salomoni -qepd-, en la Pquia-Gruta Nstra Sra de Fátima, Rawson, Arquidiócesis de San Juan de Cuyo. Tome mi primera comunión en la Pquia. Nstra Sra de Luján de Sarandí, hoy Diócesis de Avellaneda-Lanús. Para la confirmación no me agarraron, mi sentido crítico ya había madurado.
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